Cada vez son más las personas, de cualquier credo o condición, de cualquier cultura o país, de cualquier edad, sexo o ideología, que repiten las mismas palabras: Esto no puede seguir así. 

Es una convicción tan firme como amplia y, con ello, equívoca. Pero es lógico que cuando, en 24 horas, se produce un atentado suicida en la república rusa, casi caucásica, de Ingusetia (19 muertos) ataques terroristas en Bagdad con suicidas, misiles y morteros, condenas a muerte en Teherán, atentado en Paquistán, el país más inestable del planeta, y ataque generalizado a las urnas en una Afganistán preñada de talibanes, narcotraficantes y armas automáticas.

Al tiempo, Israel advierte a Moscú que no le venda misiles a Teherán. La razón es clara. Ante la equidistancia de Barack Hussein Obama con los judíos y los islámicos de Teherán, Jerusalén prepara ya el ataque, probablemente con armamento nuclear pobre aún no probado y cuyas consecuencias desconocemos por completo- contra los silos nucleares iraníes. Las razones geopolíticas las explicamos en nota adjunta, pero no conviene olvidar que existe una diferencia crucial entre Israel y el resto del mundo: Los judíos luchan por su supervivencia, llevan haciéndolo 20 años.

El conflicto entre iraníes y judíos, con Moscú y Washington detrás, o al lado, tiene la suficiente entidad para provocar un fin de ciclo. Si quieren llamarlo  fin del mundo pueden hacerlo, aunque a mí me parece tonto. En primer lugar, porque todos los milenaristas los serios, no los iluminados, por ejemplo Leonardo Castellani- hablan de juicio de las naciones no del fin del mundo, y porque el fin del mundo realmente importante, es, para cada cual, su propia muerte.

Pero, en cualquier caso, sigue vigente el sentir, creo que universal, de tantos: esto no puede seguir así. Yo también lo creo. Creencia que no se apoya en rito alguno, sino en las palabras de Jesucristo: Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?.

Posdata para cristianos: la Parusía no es una opinión, es un dogma de fe. Otra cosa es que desconozcamos el cómo y el cuándo.

Esto no puede seguir así, en efecto, y lo que va a ocurrir no tiene por qué ser malo. De entrada, doloroso, después, espléndido. Al menos para los elegidos, en esta genuina historia del ser humano donde los elegidos se eligen a sí mismos, porque de seres libres hablamos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com