Primero: contemplen el presente vídeo de tan sólo 2 minutos con 41 segundos.

Los que pertenecemos al lenguaje escrito nos maravilla la labor de quienes saben hablar con imágenes. Me he quedado prendado de la protagonista, cuyo mensaje es muy sencillo: Estoy involucrada en la muerte de 35.000 bebés. Es curioso, los aborteros arrepentidos o los provida prefieren el término bebé al término niño, quizá para resaltar lo más repulsivo del aborto: que supone asesinar no a una persona adulta sino al ser humano inocente y más indefenso: el concebido y no nacido.

La protagonista se siente involucrada, en el sentido de que participó en los abortos, asesinatos de los que son responsables los matasanos que los perpetran, las enfermeras que ayudan a los administrativos que complementan los actos y los legisladores que lo permiten... cuando menos. Pues bien, ¿qué diría el senador socialista vasco Roberto Lertxundi, todo un empresario del aborto, es decir, probablemente el personaje más miserable y repelente de toda la cadena?

Claro que se enfada cuando le hacen llegar un Bebé Aído: yo también me cabrearía.

Por lo demás, va siendo hora de regular las actividades profesionales de los políticos: ¿Qué es eso de que un señor rellene su faltriquera perpetrando abortos y vote en el Senado a favor de una ley de aborto? Es como si Emilio Botín se hiciera senador y apoyara una reducción fiscal para los beneficios bancarios.

Eulogio López

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