Interior gestiona la creciente desvinculación de los presos de ETA con la dirección terrorista
Frente a la propaganda etarra, la realidad es que durante la tregua, ETA pasó de sus presos. Ni los cuidó ni se preocupó por ellos. Y muchos tuvieron sensación de abandono: ETA negociaba una salida, pero ellos quedaban al margen de la negociación. Además, para muchos, la privación de libertad se está haciendo demasiado cuesta arriba y están empezando a cuestionar la lucha armada en pleno siglo XXI.
En resumen: que los presos de ETA cada vez muestran más desapego de la banda armada. Y este es el punto que pretende utilizar Interior: maximizar esa división para dividir aún más a la banda. Habrá quien piense que se trata de medidas de gracia. No lo son: se trata de una estrategia bien meditada de acoso a ETA desde sus mismos círculos sociales. Lo más directos: sus presos. Porque en Interior piensan -con razón- que una vez que ETA pierda sus apoyos sociales, su destino será la ‘graización'. Es decir, lucha armada desesperada que puede durar años, pero sin esperanza alguna de éxito.