En un mundo que en principio exhibe un profundo pluralismo informativo, lo cierto es que, por mor de la reducción de gastos, verdadero motor de la economía actual, se impone la estandarización de imágenes, datos y mensajes, simplemente porque la información resulta un producto carísimo. Ejemplo, el último comunicado de ETA, en el que desprecia el Plan Ibarretxe y aboga por la vuelta a la violencia, casi todos los medios han enriquecido la información con una imagen de archivo en la que aparecen tres encapuchados etarras leyendo un comunicado. Como hay que ahorrar costes, la imagen ha sido copiada una y mil veces, desde la televisión vasca (ETB) a los canales nacionales y las páginas de los principales periódicos. Lo grandioso es que dos de los asesinos exhiben una capucha con los ojos rasgados, lo que les da un aspecto medio feroz, medio mogol. El tercero, por el contrario, se ha hecho dos agujeros redondos, lo que le da una imagen de payaso o de tonto del pueblo que contrasta con los anteriores.
Sin embargo, el regreso de ETA, según los expertos policiales, tiene un significado peor. Su comunicado indicaría, según esos expertos, que la banda se vuelve a sentir preparada para asesinar, y por eso se permite estas baladronadas.
ETA no estaba esperando para ver la orientación del nuevo Gobierno, ni tan siquiera había un debate en su seno para ver si el PSOE traga con la autodeterminación. Simplemente, no mataba porque no podía.