Lo que le fastidia es todo lo que viene antes de la guinda: 6.200 euros de salario mensual, otros 4.300 para gastos generales -imposibles de controlar si se usan para su trabajo en el europarlamento o para sus negocios particulares, 304 euros por sesión a la que acuden (si les pagan dietas que no les paguen sueldos), además de 4.243 euros anuales para transporte y alojamiento.
Y todo ese gasto, ¿para qué? Buena pregunta. Pues miren ustedes, dado que sus competencias son mínimas, Estrasburgo y la propia Bruselas (todavía mantienen la doble sede, nadie sabe para qué) para sus cócteles ideológicamente y políticamente correctos. Por ejemplo, elevar el aborto a derecho humano, igualdad de la mujer, cargarse el derecho a la objeción de conciencia y perseguir a la Iglesia católica, y doctrinas ecológicas tirando a esotéricas que nos han hecho la vida más cara. Estas son sus actividades favoritas.
Los Estados Unidos de Europa cuentan con 785 europarlamentarios. Podríamos aplicar el sistema de los otros unidos, los Estados Unidos de América. Cada estado miembro aporta dos senadores a la cámara, compuesto por 100. Vale, que sean cuatro. 27 por 4 es igual a una cámara de 108 señorías. Más que suficiente, y seguramente mucho más eficaz.
Lo mismo podríamos hacer con el Colegio de Comisarios, buen nombre, dado que lo componen 27. Puesto que su única ocupación real es la defensa de la libre concurrencia podríamos reducirlo a 5. A fin de cuentas los que toman las decisiones son los presidentes de gobierno reunidos en sesiones de Consejo, así como los ministros de gobiernos miembros, especialmente de economía, más el gobernador del Banco Central.
Porque el peligro es que la gente deje de creer en los políticos. Personalmente, yo ya he votado en blanco al menos en una ocasión.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com