De Fischler a Kroes: franceses y alemanes imponen su ley en Bruselas
¿Qué habremos hecho los españoles para tener tan mala suerte? Lo nuestro con los Comisarios europeos es de tal ensañamiento que no puede ser sólo casualidad. Cuando todavía no hemos logrado olvidar a Franz Fischler, aquel orondo e implacable Comisario austriaco de agricultura que se comía las aceitunas directamente del árbol, nos topamos con la fría Kroes, holandesa y flaca pero igual de enemiga de España y sus intereses.
En esta ocasión no son jornaleros andaluces y pescadores gallegos los agraviados –conviene recordar, aunque duela, que Fischler puso en peligro más de 200.000 empleos en 2002-, pero el perjuicio es igual de doloso, de injusto y de absurdo, encima. La agraviada ahora es una empresa privada, española, seria y que invierte, y que, mientras no se demuestre lo contrario, y por supuesto Kroes no lo ha demostrado, ha sacado adelante el mercado de la banda ancha en España. A lo mejor es eso lo que le fastidia a Kroes, tan aficionada a echar una mano a las empresas públicas francesas y alemanas cuando lo necesitan. Y eso aunque se nieguen a invertir. Es mucho más fácil denunciar a Telefónica y esperar el favor de la Comisaria francófila.
Es tal el disparate en el que se ha convertido la Comisión Europea que alguien debería tomar cartas en este asunto. El proceso que se cierra hoy con la anunciada multa a Telefónica –151 millones- ha sido impulsado por un operador público francés, amparado por los comisarios franceses y alemanes, capitaneado por una comisaria incompetente, vendida y públicamente hostil hacia España, y consentido por una CE que cada vez nos hace más daño. Entre la inseguridad jurídica que esta multa ha creado para Telefónica y la falta de amparo comunitario para este país en general, esta decisión, además de vergüenza, da miedo.