Europa es mucho más que una moneda, por ello preocupa Europa, porque parece que ha perdido su identidad. Y es que cuando Europa ha sido fiel a esa identidad, cristiana, los derechos de todos han estado a salvo.
En cambio un convencido europeísta no puede defender el olvido de esas raíces, porque eso equivale a privar al proyecto europeo de impulso vital y condenarlo al fracaso.
Debemos intentar salvar al euro, pero no al precio de una desafección ciudadana cada vez mayor, similar a la que se ha producido en Croacia, que ha pasado del fervor europeísta al escepticismo. Croacia acaba de firmar su adhesión a la Unión Europea, y esto es motivo de esperanza en medio de la crisis actual.
Pero no será fácil la ratificación en referéndum. Los obispos croatas han dicho que la tentación del desencanto es grande, pero los católicos no deben arrojar la toalla, sino defender desde dentro un proyecto que debe ser mucho más que una moneda.
Jesús D. Mez Madrid