Los días posteriores al 22-M pueden ser una bomba para la credibilidad del país.
A lo largo del mes de mayo, la deuda española en comparación con el bono alemán a 10 años ha estado rondando los 220 puntos, con momentos en los que ha alcanzado los 230. Pese a que está lejos de las cifras alcanzadas por países como Portugal, Grecia o Irlanda, no acaba de desaparecer la sombra de la duda.
Y la prensa europea, y también algunos analistas españoles colocan esa incertidumbre en el posible descubrimiento de más deuda oculta en los libros de autonomías o entidades locales. El anuncio hace unos meses por parte del nuevo Gobierno de la comunidad autónoma catalana de que existía una deuda pública mayor de la que se había publicado en los informes, ha disparado las alarmas ante la posibilidad de que ante los cambios que se produzcan en ayuntamientos y comunidades, empiece a reflotar, no trabajo sumergido, sino deuda sumergida, con el contratiempo que puede suponer a los planes del Gobierno para lograr el objetivo del déficit.
Pero además, eso provocaría un nuevo golpe a la base de flotación de la economía española y podría provocar una nueva escalada en la tasa de la deuda nacional en los mercados, de imprevisibles consecuencias.
En cualquier caso, no hay desechar que se trate de un nueva campaña contra España por parte de los poderes políticos y económicos. No es explicable el acoso que sufre la deuda española cuando estamos menos endeudados que británicos, alemanes, franceses, italianos o belgas.
Juan María Piñero
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