Los antiguos democristianos ganan las elecciones a los antiguos socialistas. Hoy, todos son centro reformistas  

 

Los resultados de las elecciones al Europarlamento en los 25 países de la Unión Europea (para su seguimiento les aconsejamos la página http://www.elections2004.eu.int/ep-election/sites/es/index.html) se resumen así: Ganan los democristianos, ahora Partido Popular Europeo, que obtiene 275 de los 732 diputados de la nueva Cámara ampliada. El grupo socialista pasa de los 175 a los 200 escaños. Los liberales ascienden desde los 52 diputados de 1999 a los 66 de 2004. Los verdes, gran sorpresa, bajan de 45 a 41 escaños.

 

En definitiva, lo que estamos viviendo es una Europa donde impera el viejo sistema político surgido de la II Guerra Mundial, ahora, en pleno siglo XXI. Mandan la derecha y la izquierda clásicas. Dada la evolución de la democracia cristina (hoy aproximadamente representado por el Partido Popular Europeo, PPE) y la del socialismo del siglo XX, hoy convertido en socialdemocracia, podríamos decir que ya ni tan siquiera existen bipartidismos, sino una única ideología, el centrismo, representada por dos grupos de centro derecha y centro izquierda, que no representan ni dos ideologías ni dos cosmovisiones, sino que, más bien, se han convertido en puras maquinarias de poder que ofrecen buena gestión y ni un conjunto de principios. Es decir, una Europa tecnocrática.

 

En el Europarlamento, rara vez los diputados del PPE y los del bloque socialista votan en una misma dirección. La nacionalidad, las manías o los grupos de poder, cuando no los lobbies externos, les unen mucho más que su adscripción ideológica común. En otras palabras, no es un Parlamento sino un club de intereses.

 

El Partido Popular Europeo está dirigido por Hans-Gert Poettering y La Internacional Socialista está dirigida por Antonio Guterres, el ex premier portugués. Entonces, cuando estaba en Lisboa, sí era un hombre importante. Ahora no. Los que de verdad mandan son los jefes nacionales y los dirigentes de partidos nacionales. De europeidad, más bien poco.

 

Los resultados del domingo 13 refuerzan la tecnocracia imperante, no renuevan el esquema ideológico del continente y mantienen incólume el poder de los primeros ministros de cada país. Es la Europa tecnocrática.

 

Y otra cuestión: no sólo es que el Europarlamento mande poco, es que resulta, además, ingobernable, amén de carísimo. Una cámara de 732 diputados más parece un estadio de fútbol-sala que un órgano legislativo.