Ya son seis las empresas españolas nacionalizadas en Bolivia por Evo Morales, sin contraprestación alguna, Es decir, robadas. Don Evo (en la imagen), gran aficionado a la coca -no la esnifa, pero canta las excelencias de tan espléndido alimento- asegura no comprender por qué se enfadan los españoles. Ya saben, lo que decíamos los asturianos cuando mi niñez ovetense: "¡Joé con estos castellanos, les llama hijos de p. y se enfadan!".
Y, por el momento, no hay reacción del Gobierno Rajoy con este progresista indígena. Bueno sí, el ministro de Exteriores, señor Margallo, ha amenazado con replantearse las relaciones y Morales, naturalmente se ha echado a temblar.
Y ojo, porque aún le quedan otras empresas que expropiar. Por ejemplo, le queda Repsol.
En tiempos antiguos le habríamos mandado una cañonera. Una pena porque Bolivia no tiene mar. Hoy podemos hacer poco, salvo suprimir la ayuda al desarrollo y romper relaciones diplomáticas.
Lo que está claro es que cuando un país cede una vez ante el chantaje de un aprendiz de tirano se ve obligado a ceder de forma permanente.
Eulogio López
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