Hace dos semanas el presidente electo de Honduras, Pepe Lobo, planteó una visita a España para planificar la reconciliación nacional y restituir las relaciones entre España y Honduras. La respuesta ofrecida por Exteriores es que mejor que no se presentara porque no le iba a recibir nadie. Mucho. Así que finalmente asistirá tan sólo el eurodiputado del PP, Carlos Iturgaiz. Ridículo, porque Estados Unidos estará presente.
En realidad lo que ocurre con Honduras es que todos la han utilizado como terreno de bronca. Para Estados Unidos es una manera indirecta de decirle a Chávez que tiene freno. Para la revolución bolivariana es una advertencia: quien apoye a Honduras no está conmigo. Incluso a Leonel Fernández -presidente de República Domincana- le ha caído una bronca por reunirse con el presidente electo, Pepe Lobo. Bronca que ha derivado en la suspensión de la inversión en una refinería. Así que la fórmula funciona tanto como para que Colombia se haya sumado a Cuba y Venezuela y no haya enviado a nadie.
Por lo demás, permanece el debate sobre la forma en la que salga Zelaya. Si se cumple el acuerdo con Dominicana, saldrá de la embajada de Brasil en Honduras en calidad de huésped. Muchos consideran que existe el riesgo de que trate de regresar en unos meses y vuelva el relajo. Pero es que además, algunos consideran que la amnistía acordada ayer en el Parlamento hondureño no le cubre totalmente porque afecta a los delitos políticos, pero no a los comunes. Así que el fiscal general advierte que podría ser detenido si regresara al país puesto que la amnistía no cubre todos los delitos. O dicho de otra manera: el asunto hondureño sigue empantanado y la situación de estabilidad todavía no se ha alcanzado.