En este interesante boletín de Agrocope tienen ustedes resumidos dos de los elementos clave de la economía moderna. Por una parte, Bimbo, que se dispone a externalizar (sutil manera de despedir sin perder el esfuerzo productivo sin el que la empresa no puede funcionar) a centenares de trabajadores.

Ya saben, es la moda: el tipo por ejemplo el periodista, porque en ese sector se está multiplicando los redactores en plantilla pero sin seguridad social- llega a la empresa y pide empleo. La respuesta es positiva pero se le exige que se saque su seguro de autónomo. De esta forma, no existe compromiso alguno por parte de la empresa, que prescindirá de él cuando quiera.

No digo que a lo mejor es lo que hay que entender, pero entonces no podemos, no tenemos ningún derecho, a implantar una dualidad fiscal: la carísima seguridad social del trabajador por cuenta ajena y la barata del trabajador por cuenta propia.

Segunda nota distintiva de la economía actual: las grandes superficies, al grito de libertad, libertad piden poder abrir en cualquier momento a cualquier hora, cualquier día. Sobre todo porque no son los accionistas ni los propietarios los que atienden al cliente a las 11 de la noche, sino los sus empleados, generalmente mal pagados.

Esto de que el capital llame a rebato en nombre de la libertad es bello e instructivo. Pero cuando el rico te ofrece algo es que te está pidiendo el doble. Si no, no sería rico.

A ver si nos entendemos: la propiedad privada es como estiércol: sólo es buena cuando está muy repartida. Entonces fertiliza, pero si se acumula en pocas manos, hiede.

Las grandes superficies venden más barato porque aprovechan su tamaño para arrinconar a los proveedores se han cargado la industria alimentaria y de confección en aquellos países que, como Francia o España, donde se les ha dado pábulo. Un secreto: Inditex es una multinacional porque ha unido producción y venta. Si se hubiera quedado en lo primero, estaría muerta.

En segundo lugar, las grandes superficies son lo que son porque explotan a sus trabajadores hay excepciones, sí, pero son eso: excepciones-. No sólo reducen salarios, sino que sus dependientes son mucho más aleatorios, inseguros y rentables que los del pequeño tendero.

Con esas condiciones claro que pueden abrir 24 horas al día y 365 días al año. Pero eso sólo significa dos cosas: que se comportan como trituradores del pequeño propietario y que generalizan la precariedad.

Por tanto, ¿la libertad de horarios es liberal?

No, liberal es el partidario de la propiedad privada, no de la empresa privada. ¿Ejemplo demostrativo? El de siempre, el de Chesterton: un ladrón puede ser un gran defensor de la empresa privada pero seguramente no se le puede considerar un gran defensor de la propiedad privada. Bueno sí, de la suya. La libertad la ofrece la pequeña propiedad privada. No la fiduciaria y anónima propiedad de los accionistas de una gran empresa.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com