Mucho me temo que el empeño en separar la coronación de cualquier connotación religiosa no es cosa ni del entorno del nuevo rey Felipe VI (en la imagen junto a su esposa, Letizia Ortiz), ni de su esposa, la futura reina consorte, quien siente aversión a los uniformes, especialmente al traje talar. No, es cuestión que dependa de él mismo. Aconfesionalidad absoluta es la idea motriz de su futura, ya casi presente, católica majestad.

Ni eucaristía de coronación, ni de acción de gracias ni de petición de auxilio divino ante sus nuevas responsabilidades. España va a tener un monarca políticamente correcto, es decir, eco-panteísta, más preocupado por el planeta tierra que pro sus habitantes, el cambio climático y otras obsesiones de la postmodernidad. El problema de la confesionalidad es que suele degenerar en anticonfesionalidad, de la misma manera que la neutralidad ideológica suele concretarse en neutralidad mental.

Por tanto, ni el más leve gesto cristiano en la proclamación del nuevo monarca. Cristo se queda fuera de la proclamación como monarca del Rey Felipe.

No sólo eso: los actuales Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, no figurarán ni en segundo plano. Es como cuando hay un cambio de 'chairman' en las grandes corporaciones empresariales. Puede hacerse de dos formas. El dimitido sale por la puerta grande y saluda con una sonrisa a su sucesor. Pero también puede tratarse de un cese. Entonces, el nuevo Ceo toma el poder sin ceremonia de traspaso de poderes y aparece por el despacho dispuesto a emplear su primera hora de ceses en borrar todo vestigio del anterior, generalmente poniendo en la calle a sus más íntimos colaboradores.

Estamos en el segundo caso, pero en una sucesión dinástica, de padre a hijo. Felipe VI y doña Letizia han decidió esconder a su padre, en un proceso que sólo puede tildarse de vergonzante.

Sí, es un mal augurio, pero, sobre todo, afianza mis sospechas sobre el nuevo monarca. No pasa nada. Tiene tiempo para rectificar. Pero mejor que lo haga cuanto antes, no vaya a ser que por pretender ser un monarca moderno deje de ser monarca. No se dejen llevar por el griterío de las redes sociales. Porque Felipe 'el apóstata' nunca se consolidará como Felipe VI. En su mano, y en su conciencia, está el cambiar.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com