En primer lugar, los casos son mínimos y el pool mariachi feminista, es decir, las histéricas venenosas del lobby neoyorquino, las mismas que dicen defender a los niños de los curas sobones mientras masacran a los niños no nacidos en sus vientres, han tenido que ampliar el periodo de cálculo a fin de presentar unas cifras que pueden resultar medianamente convincentes.
A las pestilentes feministas de útero fogoso y tendencias tortilleras que han lanzado este circo progre contra la Iglesia, no les preocupan los niños traumatizados por clérigos miserables (por supuesto que los hay, aunque una minoría en comparación con cualquier otro colectivo humano). Los niños les importan un bledo, lo que les importa es utilizar la pederastia clerical para masacrar a la Iglesia.
La Iglesia, por su parte, empezando por Juan Pablo II, culminando con Benedicto XVI y prorrogando con el Papa Francisco, ha hecho todo lo que podían hacer. En primer lugar, predicar la virtud de la pureza, pues la impureza y la rijosidad que defienden las feministas son las que llevan a la pederastia. De hecho, el primer escalón de la degradación sexual es la homosexualidad, la segunda la pedofilia, la tercera el incesto. La cuarta, supongo que será la zoofilia o la necrofilia. Y esto por la sencilla razón de que amar es lo contrario de utilizar... dijo Karol Wojtyla.
En segundo lugar, el Vaticano no es un Estado coercitivo, es más, es el único Estado no coercitivo que existe en el mundo. Ha puesto a los clérigos a disposición de las autoridades civiles y les ha apartado del ministerio. Pero el Vaticano sólo puede condenar sino a un clérigo o laico... miembro del Estado vaticano.
Pero, ojo, es con la doctrina católica, la que quiere destruir el hipócrita lobby feminista y sus colegas del lobby homosexual, con la que se combate la pederastia.
Esa campaña miserable me produce un poco de hastío y un mucho de cabreo: ¡Hipócritas!
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com