Bermejo se muestra receptivo a esta propuesta contenida en el Congreso de Fiscales Progresistas
El tema del aborto regresa al debate. Y ahora no antes de las elecciones como argumento de distinción de Izquierda Unida, sino como presión del lobby feminista que siente que esta vez sí, podrán lograr la tan ansiada ampliación de la Ley del Aborto a una ley de plazos. O sea, barra libre. De momento, el ministro Bermejo ya ha dicho que no le parece mal esa conclusión sacada también del Congreso de Fiscales Progresistas.
Y para meter presión en la caldera, la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, ha recibido una carta de 300 feministas en la que solicitan su colaboración e iniciativa para que una de las primeras actuaciones del Gobierno sea la elaboración de un proyecto de ley que reforma la legislación de la interrupción voluntaria del embarazo. Debe ser tratada en el ámbito sanitario y no en el Código Penal, reconociendo el derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad sin que éste derecho quede restringido a los actuales supuestos de violación, grave malformación fetal o grave peligro para la vida o salud de la mujer. Por supuesto, solicitan que se pueda abortar no sólo libremente sino gratuitamente en un centro público sanitario de la CCAA en la que se resida.
La carta está firmada por destacadas feministas, como Elena Arnedo, Altamira Gonzalo, Nina Infante, Begoña San José, Beatriz Gimeno, Carmen Castro García, Empar Pineda, Lourdes Hernández, Lucía Mazarrasa, Elena Simón, María Pazos o Isabel Gutiérrez Arija. También firman mujeres con responsabilidades de representación política como las concejalas del Ayuntamiento de Madrid Ángeles Álvarez (PSOE) y Milagros Hernández (IU) o la diputada en las Cortes valencianas Consuelo Catalá. Además, los escritores Vicente Molina Foix y Borja Ortiz de Gondra, la artista plástica Luz Darriba, y los hombres implicados en movimientos de hombres igualitarios como José Ángel Lozoya, Chema Espada o Peter Zil también apoyan una propuesta que cuenta con el respaldo de abogados, actores, periodistas, sindicalistas y activistas laicistas. No es extraño por tanto que una de las campañas de las feministas haya sido resucitar ese lema que tanto les gustó en su última manifa: No más rosarios en nuestros ovarios