Algunos lectores me preguntan por qué una segunda cuestación en beneficio del Juez Fernando Ferrín Calamita. La respuesta es sencilla: porque la actual persecución del cristiano coincide con las palabras de Chesterton: Libertad religiosa debería significar que cada cual sea libre para hablar de religión; en la práctica, supone que nadie puede hablar de religión en forma alguna.

En China, países mahometanos, India o Paquistán (que no sé cómo definirlo) se produce una persecución física directa. En Occidente somos más finos, y se persigue a los cristianos con sentencias judiciales y condenándoles al ostracismo y a la miseria. La saña empleada por tribunales y, sobre todo, por el Ministerio de Justicia y el Poder Judicial contra Ferrín bien marcado por un detalle: en el informe del Ministerio de Justicia, preceptivo para que el juez Ferrín pueda reincorporarse al mundo laboral como abogado, se considera que el susodicho tiene antecedentes penales, no desde el día de su sentencia, sino desde el día en que se le ocurrió el sacrilegio de solicitar a los peritos judiciales (psicólogos) un informe sobre la conveniencia de que una niña fuera prohijada por dos lesbianas en lugar de por un padre y una madre. Ése era el delito real y no la prevaricación por haber retrasado una adopción. Al final, como le dijo a Ferrín un alto representante de la judicatura pro PP, no pro PSOE-: un católico no puede ser juez de familia.

Peor no sólo es el poder el que margina a los católicos: también la sociedad, porque todos somos bastante cobardes. Segunda anécdota: Fernando Ferrín busca un despacho desde donde desarrollar su nueva tarea profesional. Ve un anuncio en el Colegio de Abogados de Murcia en el que se ofrece compartir despacho con otros letrados. Llama y le comunican precio y condiciones. Asegura que va a contestara en breve. Lo hace positivamente, y entonces su interlocutora, siempre por teléfono, le toma los datos. Hasta entonces se habían llamado por su nombre de pila. Pero en cuanto el ex juez proporciona sus apellidos Ferrín Calamita- se produce un embarazoso silencio.

¿Comprenden? El juez Ferrín no ha sido condenado ni por prevaricar ni por ser un mal juez. Ha sido condenado por ser cristiano, por ser coherente con sus creencias y con la ley natural, por ser políticamente incorrecto. Por eso, sus enemigos no son sólo el PSOE sino también la derecha pagana del PP. Y si no les gusta lo de pagana, digamos relativista y cobardona.

El juez Ferrín condenado por la progresía  imperante por  defender los derechos de una niña, se jugó su cargo, su carrera y el sueldo con el alimentaba a sus siete hijos. Es de justicia que los católicos, y cualquier persona con sentido común, que sabe que lo mejor para un niño es dispone de afecto femenino y masculino, de madre y padre.

Y hay algo más. La campaña contra los católicos, al menos en Occidente, busca la mencionada asfixia económica. El que se atreve a comportarse como católico en el foro público se arriesga a eso. Es más, todo el aparato normativo está pensado para crear una especie de doble imposición fiscal a los católicos. Ejemplo, si quiere que tus hijos se eduquen en un colegio cristiano deberás pagar los impuestos necesario para mantener la enseñanza pública y deberá pagar, al mismo tiempo, el coste del colegio privado que has elegido para tus hijos. Un método que se repite una y otra vez. Ser católico va a resultar un oficio oneroso.  

¿Vamos a dejarle solo? No podemos dejarle solo ni a él ni a cualquiera que se juega vida y cartera por nuestros mismos ideales. Tenemos que rascarnos el bolsillo. Hay gente que le está apoyando, también nosotros podemos hacerlo: ahí están los datos bancarios.

Eulogio López

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