La Fiscalía Anticorrupción solicitó a la auditora Deloitte la auditoría y documentos previos a la venta de FG Inversiones Bursátiles (la sociedad de valores propiedad del hoy presidente del BBVA, Francisco González) a Merrilll Lynch. Dos días después, ardía el edificio Windsor, sede de Deloitte en Madrid, y la auditora se veía obligada a comunicar, con gran pesar, a la Fiscalía que los papeles habían desaparecido y no había copia de los mismos.
En plena operación para hacerse con el banco italiano BNL, en los mentideros madrileños, e incluso en las Fiscalía, que no deja de ser un mentidero, se baraja la hipótesis de que, todo sea por ayudar a la justicia, el propio Francisco González debería entregar la auditoría a la Fiscalía, más que nada para que ningún malicioso pueda interpretar que el Windsor ardió para ocultar pruebas.
Ahora bien, en Estados Unidos se diría que esto atenta contra la V Enmienda, cosa muy importante para los súbditos de George Bush, pero se les podría responder, impasible el ademán, que se trata de una persecución contra un hombre público y que no hay que dar pábulo al enemigo malicioso. Además, a FG a lo mejor se le han perdido sus papeles.