Con el anhelo de que sean "fieles a la libertad real, recibida en el bautismo, para transformar el mundo según el plan de Dios", en la festividad de la Asunción de la Virgen, el Papa alentó a pedir a la Madre de Dios que los cristianos de Corea "sean fuerza generosa de renovación espiritual en todos los ámbitos de la sociedad.
Que combatan la fascinación de un materialismo que ahoga los auténticos valores espirituales y culturales, la competición desenfrenada, que genera egoísmo y hostilidad. Que rechacen modelos económicos inhumanos, que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores, así como la cultura de la muerte, que devalúa la imagen de Dios, del Dios de la vida y atenta contra la dignidad de todo hombre, mujer y niño. Que los jóvenes no se dejen nunca robar la esperanza".
Me parece que son palabras dirigidas no solo a los católicos sino a los cristianos y en definitiva a todo hombre de buena voluntad.
Lluis Esquena Romaguera