Sr. Director:

Ayer, un placido día de verano, regresaba de mi trabajo por la carretera N-II, con tranquilidad una hilera de vehículos, a velocidad moderada, disfrutando de los paisajes que nos ofrecía el entorno. Al frente de la caravana de vehículos, una furgoneta de uso industrial. En un momento determinado, el primer vehiculo, piso el freno, y redujo la velocidad a un 50% de la marcha, causando una pequeña retención del resto de los vehículos que le seguíamos.

La moderada velocidad y la distancia que llevábamos, así como la ausencia de distracciones nos permitió adaptarnos sin problema a la nueva velocidad, que en breves instantes volvió a ser la normal y habitual que íbamos llevando anteriormente. Al pasar por el lugar donde se inicio la sobresaltada reducción, vi la causa de tal efecto sobre el conductor, Se trataba de una florecilla de carretera ligera de equipaje que provoco la fijación del mencionado conductor.

No quiero polemizar sobre la existencia o no de florecillas de carretera, más bien quisiera reflexionar sobre algo que considero contradictorio. Ciertamente las autoridades competentes, muestran una gran sensibilidad para proteger a los conductores, nos obligan a ir atados por si pasa algún percance, nos prohíben hablar por teléfono, y nos insisten mediante costosas campañas a que no debemos distraernos, además de prohibir los anuncios publicitarios que pudieran ocasionar algún despiste mientras los leemos Me pregunto yo , que parte del presupuesto tienen previsto para quitar esas flores que en mi opinión son mucho mas llamativas que una valla publicitaria ¿ o es que no son conscientes de ello?

Esteban Noguer

noguer@telefonica.net