Pobre Mouriño. Mira cómo le han puesto cuando su único pecado es el de ser un bocazas. Eso sí, al ser cesado y no marcharse él solito no tendrá que indemnizar al Real Madrid por huida anticipada.
Alega don Florentino Pérez (en la imagen) que se ha visto obligado a cesar a Mou por la presión mediática. Pues muy mal, ¡Oh capitán, mi capitán!: le pagan para eso, para resistir la presión mediática y la del vestuario. Usted sólo debe hacer caso de la afición, del socio, que es el que debería mandar.
Pero la excusa resulta muy ilustrativa del estilo Florentino. No hombre no, lo que tiene que hacer el presidente del club blanco es cesarse a sí mismo, eso que se conoce como dimisión. Es Florentino, no Mou, quien se ha cargado el madridismo. Se ha cargado la cantera y con ella la meritocracia, el premio al esfuerzo, a la deportividad, el buen ejemplo a los seguidores más jóvenes y la ilusión de la parroquia. Se ha cargado, en suma, el madridismo.
Habrá que repetirlo: un club no es una empresa. No se sabe si algo más o algo menos, pero no es una empresa. Es más, usted, don Florentino, ha sido siempre un empresario apalancado -en estos momentos al límite- que concibe su función de empresario como aquel que compra y vende, no como el que produce algo bueno para la sociedad. Y con el Real Madrid ha hecho lo mismo que con ACS: no ha convertido a jóvenes en deportistas sino a futbolistas en millonarios. Usted, ¡Oh capitán mi capitán!, no ha hecho un club, ha hecho un banco. Y ya sabe que los bancos son los únicos barcos que hacen agua por la parte superior... como el Real Madrid.
Dimita usted y deshaga su tinglado. Por ejemplo, el tinglado de elitismo que supone que sólo quien pueda avalar 70 millones de euros pueda ser presidente del club. Es decir, que la Presidencia del Real Madrid sólo es apta para multimillonarios. ¿Y qué saben los multimillonarios de deportividad
Eulogio López
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