Publicamos el análisis de Juan Carlos García de Polavieja sobre el último viaje del Papa Francisco (en la imagen) a Tierra Santa. Agenda retorcida donde la haya en un escenario de máxima crueldad. Los judíos fueron realmente el pueblo elegido por Dios y eso tiene su gloria y su coste.

Juan Pablo II, otro peregrino en Jerusalén, hablaba de "nuestros hermanos mayores en la fe" y el Papa Wojtyla sólo empleaba imágenes para transmitir conceptos. Por eso, cualquier interpretación lineal de la visita de Francisco a Tierra Santa puede ser un error. O peor que un error: una simpleza.

En cualquier caso, el artículo de Polavieja no tiene desperdicio. En efecto, la visita de Francisco no ha defraudado.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com

EL PAPA FRANCISCO EN TIERRA SANTA: la conversión de Jerusalén

El recorrido del Papa Francisco por Jordania, Palestina e Israel merece una consideración detenida de sus palabras y de cada uno de sus gestos.

Los planteamientos previos, preparados con la asesoría de un amigo judío argentino y de otro árabe, mostraban claramente la importancia que el pontífice daba a este viaje. La situación delicadísima de la zona visitada requería, efectivamente, un refuerzo de prudencia mayor que en las anteriores vistas papales. Y la visita no ha defraudado. El Papa Francisco ha sido mensajero del entendimiento, de la justicia y, en consecuencia, de la paz. Predicar el diálogo entre las tres grandes religiones monoteístas en la tierra donde confluyen sus caminos es predicar la paz y poner bálsamo en la gran herida histórica de la humanidad. Una predicación que el Vicario de Cristo y depositario de la Verdad completa y trinitaria ha sabido hacer con gran tacto y visible asistencia del Espíritu Santo.

Su paso por Jordania -24 de mayo- ha reforzado los esfuerzos de acogida de esta monarquía a miles de refugiados sirios, iluminando para el mundo un problema humanitario que necesitaba esa publicidad para recibir toda la comprensión y la ayuda que requiere. En Betania, a orillas del Jordán, rememorando el bautismo de Jesús, el Papa volvió a poner de relieve el drama sirio advirtiendo "que nadie se empeñe en que las armas solucionarán los problemas" en clara y valiente advertencia a los poderes mundiales que utilizan a las guerrillas islamistas radicales.

El paso de Francisco por Belén fue igualmente memorable por su discurso ante las autoridades palestinas clamando por "una paz basada en el reconocimiento de los derechos de cada uno". Abogaba así explícitamente por el reconocimiento del estado palestino por Israel. Y anunciando su invitación a Abu Mazan y a Simon Peres para acudir juntos al Vaticano a rezar y conversar. El entusiasmo de la multitud palestina, cristiana y árabe, reflejó a las claras la plena sintonía de este pueblo con el esfuerzo del Papa.

El Pontífice ha intentado sembrar amor en un escenario de Cristofobia

No menos importante ha sido el encuentro con el patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé, en la Basílica del Santo Sepulcro: Un empujón al diálogo entre católicos y ortodoxos, explicado por Francisco en clave de humildad y de ofrecimiento del primado romano como centro de servicio y de colaboración. Palabras llevadas hasta el límite de lo que el Papa puede legítimamente ofrecer y abiertas a la resolución de los problemas que nos dividen. Por desgracia, el margen de maniobra del patriarca de Constantinopla en este terreno es reducido, vista la oposición del influyente patriarcado de Moscú a la política de acercamiento. 

En Israel, Francisco fue recibido en el aeropuerto Ben-Gurión por el presidente Simón Peres, y por el primer ministro Benjamín Netanyahu, quien, en su discurso de bienvenida, se refirió a Israel como "una isla de tolerancia en el Medio Oriente…" El Papa ha prodigado los gestos amistosos hacia el pueblo judío, lo mismo que hacia la población árabe. Conviene destacar su maravillosa oración en el museo del holocausto, inspirada en el Génesis y por ello perfectamente comprendida y compartida por los judíos. Su ofrenda en la tumba del adelantado histórico del sionismo T. Herzl, que ha marcado la distancia recorrida desde 1904, cuando S. Pío X tuvo que negarse a la petición de ayuda del líder hebreo: Gracias a la maduración en la comprensión del problema por la Iglesia, a partir de la declaración Nostra aetate del Vaticano II, la aceptación de la presencia judía en Jerusalén por los cristianos se ha puesto en consonancia con el sentido escatológico de las Sagradas Escrituras, que siempre han previsto ese retorno como paso previo y necesario para su conversión. En la explanada de las mezquitas con el gran Muftí musulmán de Jerusalén, recordando la común veneración por el patriarca Abraham, otro prodigio de tacto, acompañado de un firme llamamiento a la flexibilidad de los musulmanes. O en la visita de cortesía a la sede del gran Rabinato de Israel, donde las palabras de Francisco fueron tan amistosas como claras… Bálsamo, bálsamo y bálsamo derramado sin reposo por el Vicario de Cristo en un escenario sacudido por odios inmemoriales.

La siembra del amor en el escenario central del odio anticrístico -donde ese odio parecerá reinar por breve tiempo, en un futuro ya muy próximo- ha sido toda una odisea pastoral.

El balance de la visita es pues enormemente positivo. Abunda en la orientación seguida por Francisco desde la histórica jornada de ayuno y oración por la paz, del 7 de septiembre del 2013, que frustró milagrosamente los designios de incendio global del poder sectario. (Incendio que el día anterior se daba como seguro en unos mensajes "celestiales" anglosajones y falsarios). Y contribuye decisivamente a la preparación de las conciencias para el trabajo final del Espíritu Santo en la preparación del Reino. El Papa demuestra con todo ello que, si en ocasiones puede resultar imprudente, tiene no obstante una conciencia de la realidad que puede también convertirle en instrumento providencial.

 J. C. García de Polavieja P.