Sr. Director:
En España muere una persona enferma de tabaquismo cada diez minutos. Eso dice la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), y hacen bien. En ese mismo espacio de tiempo se producen en España 1,74 abortos.
Los médicos describen el tabaquismo como "una enfermedad adictiva y crónica", lo cual ciertamente disminuye en algo la voluntad. El aborto en cambio es voluntario. Un feticidio impune.
El tabaquismo es un vicio, un hábito malo que afecta a la salud propia y ajena, aunque ésta, en menor grado. El aborto es un acto que destruye una vida. El primero te puede ir matando poco a poco, mientras que matar el propio feto es una medida drástica, decisiva, sin retorno. Por eso en la Fundación Vida buscamos la aceptación del embarazo que conduce siempre a la paz.
Si uno accede a fumar por mil motivos –por imitación, por puro gusto, etc.–, el aborto a veces tiene también sus antecedentes. Un entorno que muchas veces lo facilita, o impulsa a él. Uno puede fumar como un medio de comunicación, para compartir algo, para hablar. El aborto, en cambio, es una ruptura, incomunicación, destrucción.
Distintas son las políticas para evitar uno y otro daños sociales. Para fumar, las autoridades públicas no promueven que se haga con mejores filtros, o se impone el tabaco light. Al tabaco se le vence cuando uno deja de fumar. En cambio, para reducir el número de abortos, la Administración española promociona preservativos, como si eso no aumentara al número de relaciones y, por tanto, el riesgo de embarazos no deseados.
En el fondo, al tabaco se le aplican medidas conservadoras: la vida es un bien que se quiere preservar, y se evita todo y de raíz, lo que le dañe. Así de paso nos ahorramos un el gasto médico en una sociedad avejentada. En cambio, somos liberales en lo relativo al sexo. "Hagan ustedes lo que quieran, que luego pondremos el remedio que podamos", parecen decir. Y si el preservativo no preserva –porque se rompe o porque falla–, entonces aún se ofrecen otras soluciones: Píldoras del días Después, la RU-486 o el recurso al aborto. Todo menos no ser liberales en materias tan sensibles como es la sexualidad.
Es como si a todo fumador de tabaco normal se le cambiara su cajetilla por otra light que produjera tal satisfacción que deseara repetir.
Con el tabaco somos conservadores porque hemos sido totalmente liberales con las drogas, y ahora descubrimos que los que fuman cualquier cosa empezaron con pitillos. En cuanto al aborto…, la Administración de prevención no sabe ni contesta, ni busca reducir su número mediante aspectos asistenciales, salvo algún caso excepcional. Sólo sabe repartir preservativos, que es como incitar al que fuma a que fume más, aunque con un filtro mayor.
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Fundación Vida
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