Es el modelo global que emerge tras la crisis: un capitalismo de Estado en el que el dinero de todos, y con él la propiedad privada, se pone al servicio de los intermediarios financieros. Además, se impone como modelo único, en detrimento de la democracia y la libertad, aplaudido tanto por la izquierda como por la derecha, con Barack Obama a la cabeza.

Los ministros de Economía -reunión previa al G-20- insisten en capitalizar la banca, es decir, en premiar a los causantes de la crisis. La reunión de Londres ni se plantea la lucha contra la especulación y el apalancamiento, los dos males del momento. Es más: sacraliza el crédito. El Gobierno ZP, premioso por aportar dinero público para los bancos, cada vez pinta menos en el mundo: Merkel y Brown quieren echarnos del club.

Internet ha conseguido que la gente no se deje engañar tan fácilmente: por eso en Barcelona, y en otras muchas ciudades de Occidente, el pasado sábado 14, miles de personas protestaban contra un sola cosa: el paro creciente.

En Londres, los ministros de Economía de los países más poderosos del mundo se reunían como paso previo a la reunión del G-20 de abril. Ahí el discurso era muy otro: los tecnócratas no hablabaan de paro sino de crédito, de liquidez. El vicepresidente económico Pedro Solbes se mostraba premioso y, al mismo tiempo, ansioso por ofrecer dinero público para salvar la liquidez de los mercados financieros en general y de los intermediarios financieros en particular. Zapatero teme ser expulsado del G-20 donde tanto le costó entrar. De tan selecto -aunque inoperante- club quieren echarnos su par laborista, Gordon Bronw y su odiada Ángela Merkel, quienes pretenden sustituir el G-20 por un G-8 ampliado a China, India, México, Brasil, Sudáfrica, Turquía y dos estados árabes: del G-8 al G-16 y España y Argentina fuera. Lo cierto es que España ya no pinta nada en el mundo, entre otras cosas porque ha renunciado al liderazgo iberoamericano -considerado poco progresista- y no ha logrado liderazgo europeo, a pesar del servilismo de ZP ante Bruselas.

En definitiva, para el pueblo el problema es el paro, para los poderosos el crédito. En ningún momento, ni los gobiernos de izquierdas ni los de de derechas, se han plateado que los bancos quiebren, única manera de no volver a caer en la misma codicia financiera que provocó el desastre. Tampoco se han planteado ninguna política fiscal contra la especulación y el apalancamiento, verdaderos culpables de la crisis o que las ayudas públicas a los clientes bancarios distingan entre ahorradores e inversores. En definitiva, se está utilizando el dinero público, el dinero de todos, para salvar al sistema financiero... que es quien nos ha robado el dinero. De esta forma, volverá la crisis, pero, sobre todo, se instalará la plutocracia, el poder del dinero, con los gobiernos al servicio de los adinerados. Sistema éste de la plutocracia que, además, aplauden tanto la izquierda como la derecha, como Barack Obama a la cabeza. Y todo ello en nombre del progresismo.

Por si fuera poco, la plutocracia, o gobierno de los adinerados, se impone de forma fatalista. Lo que han venido a decir los ministros de Economía de la UE es que la plutocracia constituye el único sistema económico y político posible. De esta forma, se reducen las alternativas. La única alternativa, en este caso liberal, que los bancos quiebren y se limpie le sistema financiero solo es defendida por partidos políticos marginales. No sólo eso. Al imponerse la plutocracia de forma determinista, fatalista, como el único camino posible, sufre la libertad de elección y la democracia. Sufre, asimismo, la propiedad privada, en un mundo que pone esa propiedad, y el sistema económico entero, al servicio de los intermediarios financieros, a los que, al revés que alas familias y alas pequeñas empresas, nada importa el bien común.

Nunca como ahora fue tan necesario el grito de lo pequeño es hermoso, porque, con la plutocracia, no sólo está en peligro la propiedad privada, sino también la libertad individual. La reunión del sábado en Londres, y la próxima reunión del G-20, constituyen el principio de la tiranía plutocrática. Tiranía global.