Soy un forofo de las fiestas de Camarma de Esteruelas. La tradición manda que la fiesta se alargue en la plaza hasta las 3 de mañana, hora en la que comienza la suelta de vaquillas. Es entonces cuando todo el pueblo, festeado, salta a la plaza a disfrutar de un festejo alegre. Cada uno torea como puede. Pero torea. Y si alguien permanece en el burladero más de la cuenta, es amonestado por sus convecinos.

La fiesta es para todos. Y los animales son para el pueblo. Así que en la normativa no escrita está permitido todo salvo el maltrato. Todos nos divertimos sin necesidad de abusar del animal. Y si alguien con unas cuantas copas de más osa pasar la raya no escrita, recibe la reprimenda inmediata del pueblo.

A la mañana siguiente se celebra la suelta del toro. El animal vaga por los campos de Camarma y es llevado a la plaza para ser toreado. La gracia consiste en que el toro puede aparecer por cualquier parte, así que muchos deciden permanecer en casa hasta el mediodía. Por si acaso. Los demás, madrugamos para disfrutar de la fiesta. Los camarmeños acuden en caballos, tractores o coches destartalados para ir dirigiendo al toro hacia la plaza. Un espectáculo digno de ser disfrutado. Posteriormente, en la plaza, es toreado al modo camarmeño : todos en la plaza y cada uno que haga los requiebros que pueda.

Pues bien, cuando Gallardón fue presidente de la Comunidad de Madrid, se le ocurrió cambiar el reglamento taurino. La nueva ordenanza impedía la suelta del toro bravo por el campo. Y esto enojó mucho a una población a la que le habían nacido los dientes con la fiesta. La situación era más humillante si tenemos en cuenta que la localidad vecina podía mantener sus tradiciones habida cuenta de que ya pertenecía a Castilla la Mancha, más abierta para la fiesta del toro.

Así que el pueblo entero, en plan Fuenteovejuna optó por cantarle las cuarenta al presidente autonómico. ¡Gallardon, respeta la tradición!! No está mal para una localidad donde tradicionalmente ha ganado el Partido Comunista a pesar de vivir de la base de Torrejón

Por supuesto, Gallardón ni se inmutó. Y los camarmeños optaron por mantener sus tradiciones y pagar la multa a escote. Hasta que la burocrática administración regional hizo que la broma saliera demasiado cara. Siempre hay alguien prepotente que se cree conocedor del bien y del mal y que se termina imponiendo sobre la tradición de un pueblo. Pero el asunto nunca sale gratis. Aquello ocurrió hace una década, pero el pueblo sigue coreando en las calles lo mismo : ¡Gallardón: respeta la tradición!

Lo mismo le va a ocurrir a la ministra Narbona como se le ocurra tocar la fiesta nacional. Dice en un corrillo con los periodistas que habrá que ir eliminando poco a poco el sacrificio del toro en la plaza porque en Bruselas no se lo aceptan. ¿Y qué quiere? ¿Llevarlo al matadero para que muera de un electro-shock?

Narbona quiere que la fiesta nacional se asemeje a la portuguesa. Lo que no debe de saber es que los portugueses vienen a España a poder disfrutar de la fiesta completa y que hay hasta una plaza fronteriza en donde el toro es ajusticiado en territorio español. Chorradas de la burocracia.  Mucho cuidado, Dª Cristina, con tocar el toro, porque el pueblo llano no entiende de sutilezas.

Luis Losada Pescador