Es la misma comunidad, la europea, que recientemente, en su más egregio foro, el parlamento, defendió el derecho al aborto y preconizó el castigo a aquéllos pérfidos países que pretenden restringir el sagrado derecho al aborto.
Y el parangón es lógico: a fin de cuentas, una gallina ponedora es mucho más útil que un niño: la gallina pone huevos y el niño se los come. O sea, que es un depredador.
Es necesario pararle los pies al niño y poner en marcha el Estado del Bienestar gallináceo. Con fondos europeos, naturalmente.
Eulogio López
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