También ha pedido leyes que defiendan la vida y la familia y ha calificado de injusticia la negociación con ETA
Castellón -como Teruel- también existe. Y ahí estuvo el cardenal Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García Gasco, el pasado fin de semana con ocasión del año mariano de Nuestra Señora de Lledó. En su homilía, señaló que la libertad es hoy una palabra frívola y sin contenido. Es decir, se ha confundido en demasiadas ocasiones con el libertinaje, la ausencia de responsabilidad y la rebelión del hombre contra el orden natural y Dios.
No lo dijo, pero recordamos lo obvio: el pecado, el error, la metedura de pata, no hace al hombre más libre, sino más esclavo. La libertad, permite al hombre elegir el bien, y acercarse al Bien, perfeccionándose a sí mismo al acercarse a la Perfección. El egoísmo, la lujuria, el hedonismo, la gula, la envidia y la soberbia, destruyen al hombre, no le hacen crecer.
Lo mismo podemos pedir sobre la rebelión del hombre contra el orden natural, el orden moral y Dios mismo. El satanismo afea a la persona. Y el intento de subvertir la realidad de las cosas siempre resulta fallido. Por eso los cambios de sexo nunca dejan satisfecho. No hay nada peor que enfrentarse a la realidad de una naturaleza que te ha hecho sexuado: hombre o mujer. Tampoco la infelicidad a la vocación escogida le hace a uno más feliz, sino atribulado, desnortado, desorientado, disperso.
Ya sé que recordar estas verdades es una obviedad. Aunque desgraciadamente necesaria. En realidad, fue la misma advertencia de Mons. García Gasco el pasado 30 de diciembre: las leyes inmorales e injustas destruyen el edificio de los derechos humanos y de la democracia. Porque una democracia sin valores se convierte en totalitarismo, recuerda el Papa.
Así que Mons. García Gasco coge carrerilla y pide leyes que protejan la vida y la familia. Es decir, exactamente lo contrario de lo ocurrido hasta ahora. La cifra de abortos se ha multiplicado escandalosamente en la última década (también responsabilidad del impasible Gobierno popular). Y aunque el Ejecutivo Zapatero presume de proteger a la familia, la realidad es que el divorcio express ha laminado el núcleo familiar disparando las rupturas familiares. Matrimonializar las uniones homosexuales no es sino igualar lo desigual, desnaturalizando la diferencia.
Pero Mons. García Gasco da un paso más y califica de injusticia la negociación con el terrorismo. Y es que ceder al chantaje nos mantiene vivos, pero sometidos a la ley del matón. O del pirata. Una humillación indigna. Por eso el cardenal Arzobispo de Valencia pidió a la Virgen para que siempre seamos un pueblo libre y valiente. Que así sea.
Luis Losada Pescador
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