Si la orden ministerial exhibe la palabra cierre el proceso resultará irreversible. Ahora mismo, Garoña tiene combustible para dos años. Lo más probable: que el reactor se cierre en 2013. Lo de convertir la central en un  cementerio nuclear, otra grosem chorradem del Ejecutivo. ZP prohíbe a Sebastián participar en la decisión, por ser política y programática. Lo más grave de la política ZP: nos aleja del modelo tres tercios

Todo el mundo está de acuerdo, menos el inefable presidente del Gobierno español, en que el esquema lógico para la energía del futuro, al menos en los países que no son grandes productores de petróleo, está en los famosos tres tercios: un tercio de la electricidad a través de la energía nuclear, que no aumenta el efecto invernadero ni el cambio climático, un tercio de renovables, especialmente hidroeléctrica y eólica (la solar es carísima) y un tercio de energía térmica, sobre todo de ciclo combinado de gas. La nuclear ofrece la energía permanente, mientras la térmica puede variar en intensidad con gran rapidez.

De hecho, a pesar de la campaña verde del Gobierno Zapatero, lo españoles se han dado cuenta de que la energía nuclear es verde pero, obre todo, es barata. Un 58% de la población -según la encuesta de Ipsos par el Foro Nuclear- quiere mantener las centrales en marcha o incluso construir nuevas centrales nucleares.

Así las cosas, el día 5, domingo, se termina el plazo para que el Gobierno tome una decisión. Previsiblemente, la hará pública el viernes, en el Consejo de Ministros. Se hará a través de una Orden Ministerial y la clave de esa nota está en dos palabras: prórroga o cierre, ambas hasta/en 2013.

¿Por qué es tan importante esa diferencia si la fecha es la misma? Sencillo: Garoña tiene ahora mismo combustible nuclear para dos años. Ahora bien, un reactor no se cierra sino a lo largo de un periodo de dos años, cuando se consume el combustible. Por tanto, si se habla de prórroga hasta 2013, en dos años se volvería a cargar combustible. Ahora bien, si se habla de cierre en 2013 apenas harían falta nuevas recargas y se perdería todo el dinero empleado en la mejora dado que dichas mejoras estaban preparadas para otros diez años.

Además, el apagado paulatino de una central es operación arriesgada, más arriesgada que su continuidad, y el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) podría interponer las pegas que ahora no ha interpuesto. Y, en cualquier caso, si en 2012 se produce un cambio de Gobierno no podría revocar el cierre.

Por tanto, prórroga sí, porque deja abierta la puerta al futuro, pero el cierre en 2013 convierte la clausura en irreversible.

Por lo demás, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, asediado por el sector (Garoña es propiedad de Endesa e Iberdrola) ya no sabe adónde mirar: al final, confiesa que desde Moncloa le han ordenado que no se entrometa en esto, pues se trata de una decisión política y programática. La verdad es que, a 48 horas de la operación, en el sector se apuesta porque Garoña será cerrado.

De hecho, a ZP sólo le apoyan sus dos vicepresidentas: la vegetariana y posibilista Elena Salgado y la vicepresidenta primera, Teresa Fernández de la Vega, de quien puede decirse, como del famoso Andrei Gromiko, canciller soviético durante dos décadas, que se sentaría sobre un cubo de hielo si así se lo ordenaran sus superiores.

En esta cazurrada anti-Garoña de ZP, intenta solventarse con todo tipo de contramedidas para que la población de la zona acepte el cierre. Entre ellas, en Moncloa aseguran que Garoña puede convertirse en el cementerio unificado para residuos nucleares de centrales nucleares, una idea de otro inefable socialista, el presidente de ENRESA, José Alejandro Pina. Lo cierto es que los residuos nucleares de cualquier reactor caben en una habitación y se mantienen en las mismas centrales: transportar residuos por el país podría resultar peligroso.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com