Quería informarle -por si esto añade algo a su conocimiento de la intrahistoria del asunto-, de que el editorialista progre del New York Times que usted cita en su artículo, responde, con toda probabilidad, a un apoyo solidario y no a razones de justicia; a la obligación de ayudar a un hermano profeso de la Orden masónica.
Se puede leer en (1) (página 397), que "Por mucho que se oculte en España, la pertenencia a la masonería del juez 'mediático' Baltasar Garzón es algo público y notorio en todo el mundo".
Dado que la Economía no es una ciencia, sino un sistema social -que establece unas reglas de funcionamiento bastante laxas, entre otras la ley del embudo, y en el que la independencia de la Justicia es necesaria-, siempre hay que tener en cuenta la ideología autoexpansiva y endogámica de los grupos de poder.
La identificación de los mismos no es en absoluto banal, como lo demuestra, sensu contrario, el hecho de que el secreto sea su tradicional modus operandi y en algunos colectivos, como el citado, se prescriba (formalmente al menos) la pena de muerte por infringirlo.
Antonio García