Ahora, como está en su naturaleza, Gallardón asegura que no cree que el matrimonio homosexual sea constitucional. Esta es una de las dos especialidades del exalcalde -la otra es el apalancamiento-: supera a sus colegas de partido en progresismo. Según Gay-ardon, el gaymonio, al que era tan adicto, no es anticonstitucional, siendo que su partido presentó un recurso de anticonstitucionalidad.
Y a lo mejor tiene razón pero lo importante no es que el gaymonio sea anticonstitucional sino si es bueno o malo, y esa catalogación no es potestad del TC. Y esto de la misma forma en que la homosexualidad no es una enfermedad -aunque las genere- sino una inmoralidad antinatural. Otra cosa es que legisladores y jueces estén obligados -de hecho, es su primera obligación- a adaptar la ley a la moral.
¿Qué cada cual puede tener su moral? Sí, claro, y puede ser cierta o falsa. Porque, verá usted, la moral o es una o no es moral, como la verdad, o es absoluta o no es verdad. De hecho, ¿en qué se diferencian Gallardón y Rubalcaba cuando este afirma que la única moral que acepta es la Constitución? En que Gallardón da un paso más: él, no Pascual Sala, ya ha decidido que el gaymonio es constitucional. Curiosamente, durante la campaña electoral, Rajoy repitió a todo el que le preguntaba que dejaba la decisión sobre la derogación del homomonio en manos del TC. Malas manos, por cierto.
Eulogio López
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