Sr. Director:
Se ha suavizado ya el estupor provocado por los terribles atentados del 11-M; y pasó la sorpresa del vuelco electoral. España vuelve a la normalidad cívica e institucional; y todos estamos hechos a la idea de un nuevo Gobierno de tinte socialista. El señor Rodríguez Zapatero nos va adelantando las reformas que piensa introducir. Me centraré en aquellas que más directamente afectan a nuestro propio programa.
Quizá la más escandalosa de sus medidas sea la "legalización total del aborto hasta las 14 semanas de gestación". Evidentemente, es un despropósito que, después de ganar unas elecciones gracias al voto de tres millones de ciudadanos opuestos a la violencia y la muerte, su primera medida sea declarar la guerra en nuestro propio territorio a los más inocentes e indefensos: los niños por nacer. Confío en que ni la opinión pública, ni el respeto que deben a la Constitución nuestros diputados, ni su sentido común le permitirán llevar a cabo semejante infamia.
Pero tengo que reconocer que me ha satisfecho la reacción generalizada de todos aquellos que somos defensores de la Vida (con mayúscula, porque defendemos cualquier vida, durante toda la vida): el grito de indignación ha sido unánime... y muy hipócrita en algunos casos. Digo esto, porque durante los últimos ocho años en España se ha venido practicando el aborto libre hasta los 9 meses de gestación: bastaba un certificado "médico" que afirmase la existencia de peligro psíquico para la madre. Y casi todos los defensores de la vida han mantenido un discreto silencio... Nadie alzó la voz para denunciar que en nuestros boletines oficiales se publicaban cosas como esta: "concurso abierto para la contratación del Servicio de Interrupción Voluntaria del Embarazo inferior a doce semanas de gestación que no implique alto riesgo, en la provincia de Almería"!!! (se supone que el alto riesgo es para la madre, ya que para el niño será la muerte en todos los casos). Los que ahora se rasgan las vestiduras, no cursaron las denuncias que se interpusieron contra clínicas que practicaban abortos, incluso ilegales bajo tan permisiva legislación.
No sólo el aborto ha sido una práctica médica libre en España, sino un muy lucrativo negocio (el centro abortista madrileño más conocido ganó 209.780 euros en el año 2002, después de pagar buenos sueldos a todos sus "profesionales"). Además, este negocio está subvencionado por la Seguridad Social en muchas comunidades (sí, también en las del PP). Por esto, no entiendo el empeño de un Gobierno de izquierdas en defender este negocio, en perjuicio de las madres angustiadas que no ven la forma de sacar adelante su embarazo. El Estado, en vez de ofrecerles ayudas y alternativas, pone a estas mujeres en manos de empresarios que les dejarán sin niño y sin el poco dinero que pudiesen tener, mientras destina los fondos con los que podría ayudarlas a engrosar los beneficios de las clínicas... ¡con nuestros impuestos! A esto lo llaman progresismo de izquierdas... ¡en qué están pensando nuestras feministas!
No obstante, repito que me ha impresionado la rápida respuesta de algunos sectores: el diario ABC recordaba a los socialistas que el aborto libre es inconstitucional (se entiende que salvo durante el periodo de los ocho años de Gobierno del PP, durante el que no dijeron nada). El diario La Razón se atrevía a citar al Partido Familia y Vida en un editorial en el que afirmaba que algunos "no consideraban al PP como un partido cristiano" (¿ha tenido que llegar el PSOE para que lo descubran?); y asegurarnos que España ya no es "abrumadoramente católica", como lo era en la anterior etapa del PSOE (luego han hecho falta ocho años de silencio del PP para que España deje de ser católica...).
Me permito recordar esto, porque en Familia y Vida ya veníamos diciendo que, si los enemigos de nuestros principios eran el PSOE e Izquierda Unida, el obstáculo para poder defenderlos era el PP y su pacto de silencio sobre estos asuntos para seguir pareciendo centro-progresistas. Como ya anunciaba en mi anterior carta, se está dando la paradoja de que con el nuevo Gobierno (una vez eliminado el obstáculo) estos principios van a salir fortalecidos en el debate social... y no creo que el PSOE se atreva a llevar a cabo sus infames intenciones.
Para no alargarme, dejaré para otra ocasión el comentario de las otras dos grandes perlas del programa socialista: el matrimonio homosexual y el recorte del derecho de los padres a decidir la educación de sus hijos. Son otros dos ataques directos a nuestra Constitución que no pueden quedar sin respuesta en la calle y en el Parlamento.
Aprovecho para recordaros que nuestra democrática legislación nos exige presentar 15.000 firmas junto con nuestra candidatura a las Elecciones Europeas: tenéis los formularios en la WEB.
José Alberto Fernández
amigos@familiayvida.com