A las 11 de la mañana estaba convocado el Consejo de Administración de Eurobank en Madrid, bajo la Presidencia de Rubén Manso. Pues bien, el ex presidente, máximo accionista y expedientado por el Banco de España, Eduardo Pascual, montó en Barcelona, dos horas antes, un Consejo de Administración con actas falsas. Para conseguir la mayoría, el propio Consejo cesa a José Luis Rubio, afín a Manso, y nombra a un acólito (acólita, en este caso) de Pascual. Inmediatamente después, el Consejo decide el cese de Rubén Manso como presidente del banco y su despido como director general.

 

Acto seguido, un grupo de abogados acude con el acta del falso Consejo a la sede central de Eurobank en Barcelona, casualmente acompañados de guardias de seguridad. Para ser exactos, a las 12:30 horas de la tarde del lunes 19, enseñan el Acta a los trabajadores pero, estos, demostrando reflejos, afirman que ese Acta no está firmada por la intervención judicial, en un banco judicialmente intervenido y donde nadie puede mover un papel sin permiso de la titular del Juzgado 73 de Madrid (sede legal de Eurobank), María José Suárez. Es lo mismo, para eso están ahí los guardaespaldas: descerrajan el despacho de Rubén y comienzan a coger sus papeles.

 

A fin de cuentas, el quid de la cuestión es que Pascual ya tiene, desde la semana anterior, la primera resolución del Banco de España, que le inhabilita como banquero por 5 años y le sanciona con una multa de 745.000 euros.

 

Pero hay más. Manso solicita por la preceptiva vía judicial a Eduardo Pascual 6 millones de euros (además de lo que ya ha aceptada pagar) por prácticas fraudulentas. De esta forma, Eurobank entra así en una fase mafiosa, donde ir acompañado de una serie de gorilas significa la diferencia entre la victoria y la derrota. En cualquier caso, habrá que ver qué dice la juez responsable del caso. El Banco de España, por de pronto, ha solicitado del presidente Manso una informe por escrito de todo lo ocurrido.