Durante el pasado año los cineastas españoles se han forrado. No por sus éxitos en taquilla, puesto que hace tiempo que el público les ha dado la espalda y 2008 fue un desastre, sino por las subvenciones, mitad pago por los favores realizados, mitad anticipo por los que vendrán.
Ahora, la coordinadora del pedigüeñismo, Ángeles González-Sinde, presidenta de la Academia del Cine, pasa de la alfombra roja a la moqueta, de pedir subvenciones a concederlas. Los bardenes, agentes electorales del Gobierno, ya se frotan las manos viendo a una de las suyas en el Consejo de Ministros.