Sr. Director:

En la información de doble página de ABC del pasado 28 de septiembre titulada «El Gobierno se lanza a la ampliación del aborto», se recogían las siguientes palabras de Empar Pineda, portavoz de la asociación de clínicas abortistas: «La ley del aborto no quita el problema de raíz si no le acompaña una buena política de educación».

Quien desconozca las ideas y el discurso de doña Empar podría llegar a pensar que un noble altruismo inspiraba sus palabras, y que éstas iban contra sus propios intereses comerciales, ya que «una buena política de educación» (no hay que estrujarse el cráneo para deducir que se refería a la sexual) disminuiría el número de abortos. Pero que nadie se llame a engaño...

Cuando Empar Pineda reclama educación es porque sabe que el tipo de educación sexual que se está impartiendo, y de la que ella es encendida partidaria, conduce impepinablemente a más aborto.

Algo perfectamente comprobable en nuestro país, donde no deja de crecer el número de embarazos entre adolescentes y, por ende, los abortos, pese a que a los pobres niños se les bombardee con supuesta información sexual a todas horas, y que a sus padres ya casi se les aconseja que ante la caída de los primeros dientes de sus retoños, el ratoncito Pérez les traiga condones en vez de euros.

Una buena política de educación colocaría al sexo en su lugar (unas cuartas más abajo de la cabeza), formaría a los jóvenes en el respeto al cuerpo  y no les alentaría irresponsablemente al «ejercicio del sexo» como si se tratase de un deporte más.

Pero me da a mí que doña Empar no se refería a esta educación, porque ésta sí que reduciría drásticamente el número de embarazos y abortos.

Miguel Ángel Loma Pérez

malomap@telefonica.net