"El tiempo de su prisión ha sido para ella un tiempo de gran experiencia espiritual, de oración".

Sr. Director:

Haciendo memoria de lo más significativo del año que se nos ha acabado -el 2008- entre lo positivo destaca sin duda la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia a la política colombiana Ingrid Betancourt, que estuvo secuestrada por las FARC durante más de seis años.

Pienso que en el caso Betancourt se da una razón, que debe ser tenida en cuenta a la hora de analizar los motivos y de valorar la concesión del premio. Una razón que no siempre se ha destacado en su justa medida en las informaciones de los medios: la fe sincera y profunda que profesaba esta mujer y que la ha hecho mantener la esperanza, aliciente y motor de su vida en cautiverio.

Como muy bien resaltó el portavoz vaticano después de que la política colombiana fuera recibida por Benedicto XVI, "el tiempo de su prisión ha sido para ella un tiempo de gran experiencia espiritual, de oración".

Su testimonio es un ejemplo de cómo la fe nos hace fuertes ante la pérdida de aquello que nos define como hombres, nuestra razón y nuestra libertad, a la hora de afrontar y de vencer la huella de un mal presente y operante en la historia. Gracias a la concesión del Premio, pero más a Betancourt por la coherencia y la fe que nos ha mostrado.

Jesús Domingo Martínez

jdmezmar112@gmail.com