La Autoridad Británica de Fertilidad Humana y Embriología ha dado el visto bueno a científicos de la Universidad de Newcastle para clonar embriones humanos con fines terapéuticos. De esta forma, las autoridades británicas, que en su día permitieron la destrucción de miles de embriones congelados, vuelven a colocarse en la vanguardia de los horrores.

 

La clonación terapéutica nos retrotrae moralmente a la época de la esclavitud en la que la vida de un hombre queda subordinada a la de otra persona. De la misma manera, la mal llamada clonación terapéutica convierte al embrión (vida humana en esencia) en objeto utilitario al servicio de otra vida humana más desarrollada.

 

Decimos "mal llamada" porque la clonación nunca puede ser terapéutica, si ello exige el sacrificio de una vida humana. Pero es que, además, los científicos están vendiendo falsas esperanzas a los enfermos, porque la realidad es que las experiencias con células madre embrionarias no han sido exitosas ni en un único caso, mientras que la utilización de células madre adultas han curado ya a centenares de enfermos.

 

Lo que subyace detrás de esta medida es un preocupante desprecio de la vida humana. El mismo que permitió lanzar a la hoguera a miles de embriones congelados hace cuatro años.