La decisión española de legalizar el "matrimonio" gay ha supuesto un verdadero escándalo entre las naciones hermanas de Hispanoamérica. Muchos no reconocen ya en España a la madre patria y aborrecen de sus raíces hispanas si estas significan "matrimonio" gay, divorcio express y totalitarismo educativo.
Y hacen bien. España llevó hace 500 años la fe a los territorios de las 20 naciones hermanas y ahora son estos territorios los que devuelven a España sensatez en la legislación además de vocaciones religiosas. Porque si la familia no existe, la sociedad no es posible. Muchos políticos europeos se manifestaron en esta dirección con ocasión del encuentro organizado por la European Youth Alliance (alianza Europea de la Juventud) en Bruselas bajo el lema "La Familia importa".
Pero mientras el mundo camina por la senda de lo familiarmente responsable, el gobierno español se permite caminar en sentido opuesto. La natalidad está por los suelos, el matrimonio deja de ser un vínculo estable y pasa a convertirse en un capricho que puede sobrepasar los mismos límites que la naturaleza impone. Incluso la libertad educativa se ve seriamente amenazada bajo la filosofía de que es el Estado quien educa.
En el fondo de este debate se encuentra una cosmovisión del socialismo español antifamiliar, individualista y estatalista. A falta de un verdadero discurso socialista por la justicia social, el PSOE español trata de buscar su "ventaja diferencial" en los gestos progres. Curiosamente, el gobierno Zapatero es el gobierno más "pro Botín" de los últimos años, pero a cambio es antinuclear y homosexual. ¡Qué bien!
En el otro lado del Atlántico se encuentran unas naciones que valoran la institución familiar como eje de la sociedad y que tratan de preservarla, a pesar de que las dificultades socio-económicas son muy superiores a las que sufrimos en España. La vida, es un don precioso a proteger, no una amenaza a mi bienestar. Y así, esas naciones son jóvenes y muestran una vitalidad social y empresarial que los "maduros" españoles hemos perdido.
Un amigo argentino me dice que no quiere viajar a Europa porque tiene muchas cosas que ver en el mundo y no tiene tiempo de ir de museos. Desgraciadamente, la crítica de mi amigo es amargamente cierta. Gracias, Guatemala.
Luis Losada Pescador