Resulta que el laboratorio norteamericano Pfizer quiere comerse al británico AstraZeneca. En un alarde de originalidad, los ingleses quieren más dinero y los gringos acabarán por pagarlo. Vamos, lo de siempre. En teoría parecen dos titanes irreconciliables, pero lo cierto es que no es más que un oligopolio evolucionando, no hacia el monopolio, sino hacia el duopolio mundial.

Ahora mismo, el número de multinacionales farmacéuticas que controlan el bazar del medicamento están pasando de 10 a 5. De hecho, en 2014 ya se vislumbra el Duopolio entre Pfizer y Novartis, mientras el resto lucha por entrar en el furgón de cabeza, luchan desesperadamente por no perder su independencia, por comer y no ser comidos.

Todos los sectores económicos, así como la política, caminan hacia el Duopolio. Pero, ojo, no se trata de la lucha de la izquierda contra la derecha o de la responsabilidad social empresarial por el bien común frente al mero hecho de ganar valor para el accionista. No, se trata simplemente de que queden dos grandes operadores que eliminen a todos los demás. Con duopolios en todos los segmentos ideológicos o corporativos se proporciona un modo de pluralismo: ya saben, republicanos frente a demócratas y el resto son frikis más o menos simpáticos.

En las operaciones de concentración, las ideas y las convicciones son lo de menos; mandan los intereses en los sí coinciden.

Y como siempre ocurre con el Nuevo Orden Mundial (NOM), en paralelo, el pensamiento débil se impone en todos los procesos ahora llamados de consolidación. Es decir, procesos donde el pez grande se come al chico. En el mundo farmacéutico, el pensamiento débil supone, por ejemplo, que nadie hable sobre los abortivos que fabrican estas grandes firmas. Vamos, que en estas grandes corporaciones no se habla de ética: está mal visto. Por ejemplo, no se discute la repugnante maquinaria de fabricación de contraceptivos -todos ellos potencialmente abortivos- con los que se forran estos líderes del I D i.

El Duopolio siempre viene acompañado del pensamiento débil, que es el pensamiento sin conclusiones y sin convicciones. Simplemente, los dos miembros del duopolio no tienen las mismas ideas -porque carece de ellas-, pero sí los mismos intereses. Me refiero a Pfizer y Novartis pero también al PP y al PSOE. El pluralismo del Duopolio es un puro espejismo.

Ya lo decía Chesterton: si una empresa crece demasiado y comienza a  pisar a los demás échale duro a impuestos hasta hacerle menguar. Y eso que Chesterton odiaba los impuestos.

Sí, la estrella del NOM es el Duopolio: tan malo como el monopolio y más engañoso que él. En política, prefiero la tiranía a la democracia duopolística. En el primero la libertad se desarrolla mucho mejor.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com