Inspectores y subinspectores de Hacienda, es decir, los protagonistas de la lucha contra el fraude, afirman que el actual Gobierno no tiene voluntad de luchar contra el fraude. Hacienda ha decidido mejorar su imagen con una agresiva (y carísima) campaña publicitaria.
En ella se puede ver a contribuyentes guapos, cuerpos danone, sonrientes, que pagan sus impuestos, y a un feísimo defraudador, un verdadero terrorista del espíritu comunitario. El susodicho desertor del Fisco, tras pasar por una máquina de lavado, se convierte a la única: la fe del contribuyente.
El problema es que el fantasma de Emilio Botín y las cesiones de crédito continúan pesando sobre la sinceridad del Ejecutivo. El Gobierno Zapatero ha decidido no reclamar lo que es suyo, el presunto dinero que, vía cesiones de crédito, el Santander y sus clientes, presuntamente oiga, no abonaron a Hacienda. Y claro, así, ni con máquina de lavado.