Los agoreros que consideran que el cine de Hollywood está muerto tomarán como ejemplo este disparate argumental que, como ocurrió hace meses con las dos versiones estadounidenses de Blancanieves, da un giro al cuento clásico y lo hace todavía más sombrío.
Quince años después de que los niños Hansel y Gretel escaparan de la casita de chocolate (tras matar a la malvada bruja) estos dos hermanos se han convertido en unos cazarecompensas especializados en destruir y capturar a todo tipo de seres malignos… Sin embargo, su último encargo parece imposible: les lleva a un pueblo donde desaparecen niños en vísperas de una de las fiestas más celebradas por las criaturas oscuras: La luna de sangre.
En esta locura argumental, donde todo chirría, abundan los anacronismos: así, Hansel se pincha insulina en el siglo XVIII (porque comió demasiados dulces en la casita de chocolate) y el arsenal que utilizan los protagonistas está compuesto de pistolas y arcos retro-futuristas con una potencia de fuego totalmente moderna. Todos estos despropósitos, que podrían ser salvados con grandes dosis de humor, no se superan porque el largometraje de Tommy Wirkola juega más a ser una película de acción que una comedia (por más que el director y guionista venda que es divertida…).
Un consejo: si van al cine este fin de semana observen la cartelera y no se decanten por este horror…
Para: Los que quieran tirar el dinero en una sala de cine