La sospecha en el Capitolio es si doña Hillary intenta desprestigiar a Obama, a quien no soporta, a costa de buscar enemigos para los Estados Unidos en los cinco continentes. Su actitud en Paquistán resultó lamentable. Mientras los paquistaníes sufrían decenas de asesinados inocentes, a manos de los terroristas, la señora Hillary Clinton no se podía creer que el Gobierno de turno no supiera dónde se esconde Ben Laden, para ser más exactos, la cúpula de Al Qaeda.
Exquisita diplomacia, la suya.