El dictador cubano, Fidel Castro, pudo secuestrar a 75 disidentes en cárceles inmundas. El mundo clama contra el déficit de derechos humanos en Guantánamo cuando las prisiones cubanas carecen de lo indispensable sin que el ruido de la polémica las moleste. Castro pudo secuestrar la libertad política. Pero no pudo acabar con la poesía. Publicamos a continuación un poema de su último poemario inédito, "La tumba en la que vivo", escrito en la cárcel de Canaletas.
La noche es una mancha casi eterna.
Yo distribuyo toda
la soledad del mundo.
Me salvo
porque hago un cisne de sombra
en la pared
y le cuento la vida de Rubén Darío.
Enseguida el poeta nos regala
un alba de oro.