Tras su éxito en las Cumbre de las Américas, celebrada en la Argentina, donde el dictador venezolano Hugo Chávez logró romper la Cumbre de las Américas y paralizar el acuerdo ALCA, Iberoamérica -llamada a ser una unidad supranacional o una comunidad de naciones- amenaza con romperse en dos mitades.
Chávez está crecido, y tras firmar un acuerdo con el francés Jacques Chirac, continúa usando el petróleo como arma arrojadiza para volcar Hispanoamérica en lo que él denomina indigenismo. Con un Lula contra las cuerdas por los casos de corrupción, un Kirchner que no atraviesa su mejor momento político, Chávez y su aliado Castro (Venezuela y Cuba acaban de firmar un nuevo convenio de colaboración que supone otro balón de oxígeno para Castro- quieren imponer el indigenismo o nuevo marxismo iberoamericano, de carácter más populista que demagógico. Para ello cuentan con el apoyo del líder boliviano Evo Morales, cada día más cerca de la presidencia. El gran adversario : Vicente Fox, a pesar de que abandonará el poder en un año.
Así, Chávez calificó a Fox de cachorro de Estados Unidos, y la escasa unidad surgía de la Cumbre de Salamanca ha saltado por los aires.