Sr. Director:

Apenas apagados los ecos del escándalo causado por la hoja parroquial de Valencia que hablaba de las provocaciones verbales como desencadenante ocasional de la violencia doméstica, me entero por la prensa digital gaditana de un caso en el que la Audiencia Provincial de Cádiz utiliza, si la noticia es fidedigna, los mismos argumentos atenuantes que el teólogo valenciano, esta vez no para justificar una simple agresión doméstica, sino un homicidio en toda regla.

Digo yo, tal vez con un exceso de ingenuidad y buen sentido atribuibles a mi ignorancia de los laberintos jurídicos, que si la teoría formulada en la mencionada hoja parroquial era digna de reprobación y suscitó tantos enconos, mucho más deberá serlo una realidad que parece la exacta materialización de esa teoría. Al parecer, un año de cárcel es el castigo impuesto por un delito de homicidio perpetrado en un domicilio de Sanlúcar la noche del 29 al 30 de noviembre del año 2003. Según los hechos que la sentencia considera probados, uno de los cónyuges insultó reiteradamente al otro hasta que éste, exasperado, cogió un cuchillo e hirió mortalmente al insultador. La noticia habla de una circunstancia eximente incompleta de legítima defensa, aunque también da a entender que en el momento de la agresión había otros dos familiares adultos en el domicilio, en los que cabía buscar algún tipo de amparo.

Qué quieren que les diga, a mí me resulta más chocante esta sentencia de una Audiencia Provincial que las teorías más o menos atinadas de un profesor jubilado, y me extraña que no haya suscitado ya idénticos o más estruendosos clamores. La única diferencia, que en ningún caso debería pesar en la balanza de la justicia, es que el homicidio de Sanlúcar fue perpetrado por una mujer contra su marido. Por eso me pregunto, a falta de un eco social similar al causado por la hoja parroquial de Valencia, si la capacidad de reacción de las instituciones, los grupos de opinión y los medios de comunicación se limita a los casos en que las víctimas teóricas o reales- son del sexo (perdón, del género) femenino.

Javier Alvarez Díez

alwarez@terra.es