El hecho de que el hombre más rico de Francia, dueño del grupo Louis Vuitton, haya pedido la nacionalidad belga cuando se debate el impuesto a los ricos, tal como prometió Hollande en la campaña electoral, revela hasta qué punto la demagogia siempre es un engaño al ciudadano.
En una economía globalizada, donde los capitales circulan libremente, los políticos que prometen resolver las penurias del pueblo haciendo que "los ricos paguen más", estos que tienen el dinero esparcido por todo el mundo, especialmente en paraísos fiscales, crean expectativas de justicia que el gobernante izquierdista no puede cumplir porque es como ponerle puertas al campo.
Un aspecto más con el que desde la izquierda se abusa demagógicamente haciendo, a sabiendas, promesas imposibles de cumplir pero agradables a los oídos de quienes acabaran siendo los auténticos paganos.
Xus D Madrid