Javier Bardem de alza con el Oscar al mejor actor secundario por la interpretación de un psicópata

El actor español Javier Bardem ha hecho historia interpretando a un descerebrado que siembra el pánico con sus asesinatos injustificados en la película de los hermanos Coen No es país para viejos. Alegra decir que aprovechó bien sus 45 segundos para hablar en español y declarar: "Mamá, esto es para ti, para tus abuelos, para tus padres, Rafael y Matilde, esto es por los cómicos de España que han traído como tú la dignidad y el orgullo a nuestro oficio. Esto es para España y para todos vosotros", pero...   No es la primera vez que a la Academia de Hollywood (ni será la última, porque ya le ha cogido gustito) le gusta reconocer las rarezas en el cine (guiones y actores principalmente), que los directores ponen al servicio de los actores. Y cuanto más provocadores, mucho mejor.

Así, a los americanos les encanta descubrir en la pantalla los conflictos familiares -familias en crisis- y los dramas sociales y raciales en los que se ven inmersos personajes típicos.

Recordemos a algunos actores premiados con el Oscar, entre una larga lista, por seguir ese patrón: Dustin Hoffman por la interpretación de un hombre autista en Rain Man; la ceguera de Al Pacino en Esencia de mujer; la psicopatología de Anthony Hopkins en El silencio de los corderos; la complejidad emocional, a raíz de un abuso sexual, de Tim Robbins en Mystic River; la homosexualidad de Philip Seymour Hoffman en Truman Capote; el homosexual, a causa del sida, de Tom Hanks en Philadelphia; la ceguera de Jamie Foxx en Ray; la deficiencia psíquica de Tom Hanks en Forrest Gump, etcétera…

Y, estaremos de acuerdo en que para premiar al buen cine también se puede hacer otro tipo de películas. Sea que la sociedad americana está contagiada o necesitada de verse reflejada a sí misma.