El ritmo de la Iglesia no es el del mundo. Como decía Chesterton, eso ocurre porque la Iglesia se toma la herejía mucho más en serio que los heresiarcas. Cuando éstos se han olvidado de su juguete la Iglesia emite sentencia.

El caso del arzobispo de Recife frente a monseñor Fisichella resulta peligroso. En Nicaragua ya ocurrió un caso similar, y a todos ellos les encantan a la cultura de la muerte: niña de nueve años, violada y embarazada, a ser posible por un familiar: caso evidente de aborto, como si las excepciones hicieran el Estado de Derecho. Además, tanto en el caso de Nicaragua, como ya lo advertimos, se repite la misma circunstancia: para una niña de nueve años, abortar es tan peligroso como alumbrar. Una vez más, los pro-choice se rebelan como lo que son; doblemente inmorales, por homicidas y por mentirosos.

Como recuerda en su reciente encíclica Benedicto XVI, sin verdad, la caridad es mero sentimentalismo. Monseñor Fisichella se ha dejado llevar por el sentimentalismo, y eso es algo que se debe rectificar, como ahora se ha hecho: porque Cristo es el gran bastión frente al crimen del más inocente y más indefenso: el nasciturus.   

Eulogio López

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