El depuesto Manuel Zelaya se vuelve más violento por momentos. Cuenta con todos los medios a su alcance para provocar altercados en el seno de Honduras y con la financiación de Chavistas y sandinistas. En la capital, Tegucigalpa, los altercados han subido de tono precisamente cuando ya reinaba la calma chicha en el país y la mayoría de los ciudadanos se disponía a afrontar las elecciones de noviembre.
Eso no pueden permitirlo ni los dictadores hispanoamericanos ni una comunidad internacional, que con el Zapatismo español a la cabeza, está apoyando las pretensiones de Zelaya. Por tanto, se trata de que lograr el enfrentamiento civil y de que no haya paz social en Honduras. Si la hubiera, podría haber elecciones libres con Zelaya como candidato (no le quiere ni su propio partido, que le echó, pero puede presentarse con otros aliados) y eso no les conviene a todo el entramado creado para respaldar a un hombre que quería perpetuarse en el poder vulnerando la ley: Manuel Zelaya.
A partir de ahora, los hechos adquieren otro sesgo y otra velocidad, sin duda más peligrosa. El presidente en funciones, Roberto Micheletti, está obligado a mostrar tanta firmeza como cordura, a aguantar las presiones y convocar elecciones libres. No se lo van a poner fácil.