Durante la mañana del miércoles Iberdrola anunciaba, a bombo y platillo, que había conseguido el cliente dos millones en Madrid, dentro de la lucha que siempre ha mantenido en el mercado capitalino con Unión Fenosa, hoy Gas Natural. De hecho, por lo que a España, se refiere, la eléctrica la preside Ignacio Galán en tres mercados básicos: Valencia, Euskadi y Madrid-Castilla. Mercados que se corresponden con otras tantas cajas: BBK, segundo accionista; la valenciana Bancaja, tercero, y un grupo de pequeñas cajas de Castilla León y La Mancha. Sin embargo, nunca ha contado con Caja Madrid, pues Blesa prefirió invertir en Endesa.
Y Galán desea, lo que ha deseado siempre: que Caja Madrid compre una participación de Iberdrola. No es el momento, ciertamente, porque el Banco de España insiste a las cajas de ahorros en que no compren participaciones industriales e incluso vendan las que ya tienen. Pero hay otra dificultad mayor: si finalmente es Manuel Pizarro quien sucede a Miguel Blesa al frente de Caja Madrid le volverán a la cabeza viejos recuerdos como cuando los honorables Iñigo de Oriol e Ignacio Galán le traicionaron con Gas Natural, allá cunado la OPA fallida sobre Endesa, entonces presidida por Pizarro. El turolense le llamó de todo, menos hermoso, a Oriol, entonces presidente de Iberdrola.
Y lo malo es que las cajas de ahorros van a ser claves en la pugna entre Florentino Pérez e Ignacio Galán por el control de Iberdrola. Pérez lo tiene difícil, por no decir imposible (debido a su deuda), por sí solo o con alianzas extranjeras. Su única opción es que las cajas de ahorros y accionistas de Iberdrola traicionen a Galán. Es lo que está buscando, sobre todo en Bilbao.