Siento un gran respeto por mi amigo, el periodista económico José Antonio Navas, así que he leído con interés la información que ha publicado en ABC. ¿Un 10, un 15% de Iberdrola a cambio de un par de de reactores nucleares franceses? De entrada, la operación es compleja. Que yo sepa, las acciones no se pagan con centrales nucleares, ni se compran a Iberdrola, sino a los propietarios de Iberdrola. En definitiva, tengo que entender que estamos hablando de que EDF compra un paquete de iberdrolas y lo financia con la venta a la Corporación Iberdrola de unas cuantas plantas nucleares que, supongo, el presidente Ignacio Galán financiaría con una ampliación de capital.

No me extrañaría así que tan rocambolesca operación fuera cierta, dado que posibilita la mayor preocupación del actual equipo de imagen de Moncloa: ¿Cómo sacar la pata que metiera el brillante estadista que habita Moncloa durante la Cumbre hispano-francesa de enero, cuando le prometió al pequeño Napoleón francés que EDF, empresa pública tenía barra libre para entrar en Iberdrola? Se repite el signo de Endesa, que, gracias a nuestro estadista brillante, acabó en manos del Gobierno italiano disfrazado de opción española (Acciona). Es la misma broma: si conseguimos que Iberdrola produzca energía nuclear en Francia, entonces podremos hablar de intercambio accionarial -no hay tal- y de opción española.

Además, el asunto tiene gracia: resulta que ZP odia la energía nuclear, pero no le importa recibirla de unos kilómetros al norte de los Pirineos. Cómo decíamos en los años ochenta. ¿Estamos todos locos o sufrimos enajenación transitoria?

A todo esto, celoso por quedar buen en Europa, porque no le desprecien en Bruselas, ZP cede ante una EDF ahogada por su deuda, por las presiones alemanes para que ceda en los mismos que E.ON (segregación del monopolio de la red), y bajo la amenaza alemana de que la Comisión Europea no autorizaría una ampliación de capital a EDF, empresa pública, para lanzar opas en otros países. En otras palabras, nuestro brillante estadista ha cedido la joya energética de la Corona española a una EDF que es la que necesita árnica.

Pero junto a nuestro brillante estadista asoma, también, la España cainita. Cainita es Florentino Pérez, empeñado en morir matando, a Ignacio Galán, se entiende, y que rechaza la opción española de Antonio Brufau (Repsol) y Luis del Rivero (SACYR) con tal de dañar a su enemigo.

Algo de cainismo tiene también la actitud de Galán, cuando prefiere entenderse con EDF que con el "señor Pérez". Tampoco le gusta la alternativa española y parece desear más un intercambio falso con EDF (acciones para los franceses, reactores para los españoles) que con Repsol YPF. Como ya ha informado Hispanidad, quiere Gas Natural, otra forma de taponar la salida a ACS.

El sino del cainismo español: de las guerras civiles siempre se aprovecha el foráneo. Creo que voy a nacionalizarme polaco.

Eulogio López

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