La locura de los derechos de autor llega a la informática. Está en riesgo la sociedad de la información

 

No es broma. Una portavoz de IBM España ha confirmado a  Hispanidad.com que la compañía acaba de patentar en Estados Unidos la función de bloqueo de mayúsculas. Ahora se trata de globalizar la patente en todo el mundo, de tal manera que cualquier "fabricante de teclados debe ponerse acuerdo con IBM". En otras palabras, que cualquier productor de teclados pague a IBM por el bloqueo de mayúsculas.

 

IBM ya comenzó esta moda en 1981, cuando registró la función Ctrl Alt Supr, como fórmula de reinicio de un ordenador. Lo hizo el ingeniero David Breadley, quien en aquella fecha trabajaba para el Gigante Azul. Pues bien, ahora le toca el turno a otras funciones típicas de los computadores personales, estandarizadas en todo el planeta.

 

Pero hay más. Microsoft, cómo no, ha hecho lo propio con el doble "click" del ratón, lo que se supone afectaría (eufemismo que significa pagar) a los fabricantes de ratones.

 

En esencia, lo que se supone que pretenden IBM y Microsoft es algo así como si alguien patentara, y pretendiera cobrar por ello, un canon, no por un método para enseñar a leer, sino por la lectura misma.

 

La verdad es que la propiedad intelectual y los derechos de autor son una cosa seria. El problema es cuando se estira hasta el límite ese derecho y, sobre todo, cuando se deja en manos intermediarias, que han surgido como hongos, sin una regulación legal adecuada y pretendiendo cobrar porcentajes sobre facturación global (no sobre uso real de la obra creativa del prójimo). La goma se está estirando tanto que corre el riesgo de romperse.

 

Ente los intermediarios que funcionan en España está CEDRO, todo un negocio, pues cobra por toda fotocopia que se hace en el país. Luego está la famosa SGAE, incontrolable, pero que cobra a radios, televisiones y otros medios, un tanto por ciento sobre la facturación por la emisión de canciones y películas. Añadan AISGE, AIE, AGEDA, DAMA, AFIVE o VEGAP (películas, series de televisión, videos, videoclip, cuadros, etc).

 

Intermediarios que, por un lado, no aseguran a los creadores sus derechos, y, por otro, se niegan a cobrar por reproducción y pretenden hacerlo según porcentaje de facturación, lo que directamente pone a las empresas en riesgo de quiebra.

 

Ahora, son los medios informativos quienes quieren pasar de paganos a cobrantes. Así, los grandes editores españoles, hartos de pagar a los intermediarios, pretenden cobrar a los que realizan resúmenes de prensa. Pero el Tribunal de Defensa de la Competencia (TDC) les ha fastidiado, reconociendo el derecho de cita y el trabajo de los ‘clippineros', por lo que los Polanco, Bergareche, Castellanos y compañía, pretenden ahora que se modifique en su favor la futura Ley de Propiedad Intelectual.

 

Al final, lo que está en juego es la sociedad de la información. Bien está luchar contra la piratería, pero no crear una red de intermediarios que poco aportan a los creadores, mientras sangran a los informadores.